Las apuestas con éxito dependen en última instancia de la obtención de información precisa, que puede llegar de una fuente de datos privada o una conversación que se escucha por casualidad. Pero realmente no importa, siempre que la información sea precisa y tú seas el primero en obtenerla.
La búsqueda de la verdad
Sin embargo, para la mayoría de los apostantes, que no dispone de fibra óptica, modelos sofisticados ni contactos, este tipo de conocimiento crucial queda fuera de su alcance; su información la han obtenido de segunda mano en Internet y las redes sociales, lo que plantea un problema. Dado que la “información” es tan cara, los que la conocen no hablan y los que hablan, con frecuencia, no la conocen. Aun así, la naturaleza humana no puede resistirse a las historias.
A Winston Churchill se le atribuye un aforismo que sugiere elegantemente por qué la información errónea se extiende más deprisa que los hechos. “Una mentira recorre medio mundo antes de que la verdad tenga tiempo de ponerse los pantalones”.
“Posverdad” es la palabra del añoPor supuesto, las cosas no son siempre tan fáciles como que la información sea correcta o incorrecta, verdadera o falsa, pero no cabe duda de que mucho de lo que se considera conocimiento tiene lo que podría denominarse una procedencia dudosa. Aunque esto pueda parecer una exageración, escucha a Anthony Adornato, profesor adjunto de Periodismo en el Ithaca College de la Roy H. Park School of Communications, hablando de una encuesta realizada sobre los medios de comunicación estadounidenses [Forces at the Gate - 9 de mayo de 20161].
“Un tercio de los encuestados indicó que sus emisoras han difundido información procedente de las redes sociales que, posteriormente, se descubrió que era falsa o imprecisa. Uno de los hallazgos más sorprendentes de este estudio es que, de esas redacciones que tienen políticas de redes sociales, prácticamente el 40 % indicó que la política no incluye procedimientos para verificar el contenido de las redes sociales antes de incluirlo en un informativo”.
Otro estudio realizado en 2015 incluido en el Media Insight Project2 sugirió que el 88 % de la generación del milenio normalmente se abastece de noticias en Facebook.
La verdad es poesía
Sin excedernos con las citas, tal vez hay otra que se centra más en la naturaleza humana y explica por qué las mentiras o la información errónea suelen ser más interesantes que la realidad. La historia cuenta que Michael Lewis, autor de “Big Short” y “Flash Boys”, escuchó esto por casualidad en un bar de Washington DC: “La verdad es poesía, pero la gente odia a muerte la poesía”.
Lewis utilizó esta valoración más visceral y contundente de nuestra debilidad por las mentiras como parte de su crónica sobre la crisis financiera de 2008 y del intento por comprender por qué tan poca gente estaba dispuesta a desafiar el pensamiento imperante en torno a la inminente implosión de las hipotecas de alto riesgo.
Los pocos que fueron capaces de apreciar la poesía de lo que estaba ocurriendo en las mismas narices de los bancos, los organismos reguladores y las agencias de calificación ganaron mucho dinero, y si alguien aspira a conseguir lo mismo a través de las apuestas, aunque quizás no en la misma escala, haría bien en pensar en lo que eso significa.
Juzgar equivocadamente a Trump
Si analizamos las elecciones estadounidenses de 2016, uno de los principales temas de conversación fue la gran sorpresa del resultado radicalmente opuesto a la opinión generalizada en apuestas, encuestas y mercados financieros.
Aunque en ocasiones el favorito pierde, los fallos similares en las elecciones generales de 2015 en el Reino Unido y en el referéndum del Brexit sugieren que existe un problema real en la cadena de información que alimenta los indicadores clave; lo cierto es que la opinión generalizada entre los votantes no se reflejó en el resultado.
Gran parte de ello tiene que ver con las dinámicas específicas de intentar juzgar la opinión pública en un punto arbitrario en el tiempo (es decir, en una votación). Muchos de los análisis posteriores se han centrado en la medida en que las noticias falsas han confundido al electorado, y por extensión, a los apostantes.
Por irónico que parezca, lo que en última instancia puede haber alimentado el inesperado ascenso de Trump hasta ganar las elecciones ha sido la sensación de seguridad que transmitió a los votantes, respecto a la economía, la inmigración y la defensa, en un mundo tan inestable.
Las noticias falsas no son algo nuevo
Seguro que se escriben varios libros y se hacen reportajes sobre el tema en los que la palabra “posverdad” aparecerá en numerosas ocasiones; por algo fue elegida la palabra del año 2016 por el Oxford English Dictionary.
Un estado en el que los “hechos objetivos tienen menos influencia en la conformación de la opinión pública que un llamamiento a las emociones y las creencias personales”.
Pero las noticias falsas no son realmente un fenómeno novedoso. La historia está plagada de grandes ejemplos de noticias falsas y antes de que se inventara la imprenta, el conocimiento más registrado estaba monopolizado por guardianes, como los monasterios, que creaban un sesgo inherente. Incluso después del invento de Guttenberg, los rumores siguieron corriendo como la pólvora, como en el caso del incendio de Londres en 1666, en el que los rumores acerca de un complot católico se extendieron más rápido que las llamas3 o la cita errónea de María Antonieta4: “Si no tienen pan, que coman pasteles”, que dio pie a una revolución.
Sesgo de la confirmación
Uno de los motivos por los que las noticias falsas tienen tanto éxito es porque alimentan nuestro deseo de vivir en una cámara de eco. Buscamos una noticia que confirme que nuestra propia visión del mundo es precisa, y la tecnología moderna lo hace mucho más fácil ya que nuestros hábitos en línea quedan registrados en cada clic y, continuamente, recibimos de vuelta información que coincide con nuestro comportamiento y preferencias actuales.
Este sesgo de la confirmación puede convertirse en un círculo vicioso que nos lleve a vivir en silos de información. Esto es especialmente cierto en el caso de las creencias fundamentales, como la política, pero las opiniones deportivas se suelen defender y están tan profundamente arraigadas como las políticas.
En esta era de “posverdad” es importante que quienes aspiren a ser apostantes tengan en cuenta lo que pueden hacer de forma práctica para mejorar sus probabilidades de obtener información precisa. En el sentido más básico, debes actuar como tu propio editor y tener en mente un antiguo dicho de las redacciones: “Si tu madre te dice que te quiere, verifícalo”.
- Emplear el pensamiento crítico. La verdad suele residir en algún punto entre los extremos de opinión por lo que debes intentar evitar el consumo de noticias que solo reflejan las posiciones anteriores.
- Analiza la fuente del artículo y los datos que proporciona. ¿Es una redifusión o es original?
- Siempre que sea posible, cíñete a datos fidedignos y, cuando no estén disponibles, prueba con un enfoque bayesiano.
- Ten cuidado con los charlatanes; el éxito en los deportes o la política no está correlacionado con el éxito a la hora de predecir los resultados deportivos o electorales.
- El simple hecho de ser consciente de que los mercados pueden estar influenciados por el sesgo humano puede jugar a tu favor.
- En ocasiones no se conoce la verdad, y no pasa nada.
Fuentes:
3. ¿De verdad dijo María Antonieta “Si no tienen pan, que coman pasteles”?
4. El gran incendio de Londres se atribuyó al terrorismo religioso