Si estás intentando averiguar cómo ganar dinero con las apuestas deportivas, más tarde o más temprano te encontrarás con el término psicología de las apuestas. ¿Puede tu mentalidad afectar directamente a tus beneficios? ¿Cuáles son los errores más habituales y cómo los puedes evitar? ¿Controlas tus actos o ellos te controlan a ti? Sigue leyendo para recibir un curso intensivo sobre la psicología de las apuestas.
Como seres humanos, nos consideramos superiores a los animales debido a nuestra capacidad para pensar de forma racional. Todo nuestro sistema económico se basa en la teoría de la elección racional. La teoría asume que, en cualquier situación, las personas se esfuerzan por maximizar sus beneficios y minimizar sus pérdidas. Es perfectamente lógico, ¿verdad? Sobre el papel, sí. Pero, ¿las cosas funcionan realmente así en la práctica? Averigüémoslo.
Ponemos a prueba la teoría de la elección racional
En economía, se prefiere ordenar las alternativas de acuerdo con su utilidad relativa, es decir, la satisfacción o la recompensa derivadas. Si sabemos que una amante de la fruta llamada María prefiere el mango a las fresas y las fresas a la manzana, podemos predecir que, si le damos a elegir entre un mango y una manzana, se decantará por el mango.
Ahora imaginemos que María acude a la fiesta de cumpleaños de su sobrina de seis años. Su hermana, que da mucha importancia a la salud, decide ofrecer fruta en vez de dulces y parece que los niños están encantados. Tanto que, cuando María se acerca a la mesa de postres, solo quedan dos cuencos de fruta, uno lleno de rodajas de mango y otro con una manzana cortada por la mitad. Cuando se acerca a su fruta favorita, dos niños corren hacia la mesa para ver quién es el primero en coger el mango. María decide repartir las rodajas de mango en dos raciones y enseñarles una lección sobre compartir antes de decidirse por la manzana.
Creer ciegamente que solo porque te dijiste a ti mismo que quieres ganar dinero apostando significa que también vas a actuar en consecuencia es una suposición irracional.
¿Qué ha ocurrido aquí? María es una adulta y podría quedarse el mango para ella si lo desea. Pero no lo hace. ¿Está siendo irracional? Según los científicos del comportamiento, la satisfacción que María obtiene por hacer felices a dos niños es mayor que la satisfacción que su paladar recibiría al comer el mango y, por tanto, toma la decisión “irracional” de elegir la manzana.
Analicemos lo que elegiría en un contexto diferente. Mary es muy derrochadora. Una semana antes del día de cobro de su sueldo, ya está en números rojos y furiosa con sus hábitos de gasto. De camino a la biblioteca, se encuentra con un amigo llamado Gary. Gary está disfrutando de un bol de manzana recién cortada, cubierto con canela y un toque de miel, que se ofrece a compartir.
Su espíritu goloso le insta a comprar mango y helado de vainilla para acompañarlo, pero eso le costaría dinero y, por ello, acepta el ofrecimiento de Gary con frustración. ¿Qué ocurre si se repite la misma situación justo después de cobrar? María ya puede permitirse comprar el mango y el helado de vainilla que le gusta, así como el delicioso sirope de chocolate que le encanta poner por encima. ¿Apostarías a que se va a conformar con una manzana gratis?
Avancemos rápidamente al día que cobra su sueldo. María lee un libro acerca de cómo controlar sus finanzas y está decidida a tomar el mando de su cuenta bancaria. No volverá a estar en número rojos de nuevo. Calcula su presupuesto máximo diario y va al supermercado con una lista de la compra a la que se va a ceñir. Una vez que ha terminado de comprar, se da cuenta de que según sus cálculos, le sobran otros dos dólares para gastar.
Se dirige directamente a la sección de fruta y comprueba los precios. Un cuenco de dados de mango cuesta 2,5 dólares y un paquete de manzana en rodajas cuesta dos dólares, lo mismo que un bol de fresas. Esta vez, sin embargo, María está decidida a desafiar sus sentimientos y actuar de acuerdo con sus objetivos. Finalmente, coge las fresas, satisfecha con su habilidad para mantenerse disciplinada.
La irracionalidad aplicada a las apuestas
¿Están en lo cierto los científicos del comportamiento al afirmar que las personas no actúan consistentemente de acuerdo con los axiomas racionales? Se trata de una fuente de debate prolongado, pero si hay un punto que vale la pena tener en cuenta es que solo porque digamos que deseamos algo, no podemos asumir que vayamos a actuar en consecuencia.
La vida real demuestra que las opciones dependen del contexto, de las alternativas disponibles, de los incentivos financieros, del tiempo, de los objetivos y de la ambición en tanta medida, que creer a pies juntillas que sencillamente porque nos hayamos dicho que queremos ganar dinero apostando vayamos también a actuar en consecuencia, es una suposición irracional en sí misma. De hecho, la racionalidad escasea tanto que casi se puede considerar un superpoder.
¿Tiene sentido realizar una apuesta a Más de 2,5 goles solo porque un equipo anotó cuatro goles fácilmente en su último partido contra un oponente fuerte y, por tanto, es casi seguro que lo hará de nuevo contra un equipo más débil? Si lo crees, eres víctima del sesgo de disponibilidad.
¿Has subido alguna vez tu apuesta después de una serie de pérdidas? A fin de cuentas, ya va siendo hora de que cambie tu suerte, ¿verdad? Este es un caso clásico de la falacia del apostante; que no es la única trampa mental de la que los apostantes tienen que protegerse. Los psicólogos han encontrado una serie de sesgos cognitivos en el juego que llevan a los apostantes a perder dinero constantemente.
Entonces, ¿cómo puedes superar estos sesgos? La respuesta más sencilla es que no puedes superarlos. Todo lo que puedes hacer es controlar tus actos realizando apuestas basadas en su Valor esperado, en lugar de basarte en tus sentimientos y suposiciones porque estás decidido a pasar a formar parte de esa élite minoritaria que gana dinero con las apuestas deportivas.
La cantidad que un jugador puede esperar ganar o perder si realizase una apuesta con la misma cuota muchas veces, calculada a través de una ecuación sencilla: multiplicar la probabilidad de ganar por la cantidad que se podría ganar por apuesta, y restar la probabilidad de perder multiplicada por la cantidad perdida por apuesta.
Entonces, ¿por qué apuestas?
¿Eres consciente de tus razones para apostar? ¿Disfrutas del subidón de adrenalina? ¿Te gusta la recompensa aleatoria de la victoria ocasional? ¿Es tu forma favorita de socializar? Si has respondido afirmativamente a alguna de las preguntas anteriores, entonces las apuestas para ti son una forma de entretenimiento. Siéntete libre de seguir apostando de acuerdo con tus instintos y de disfrutar de la montaña rusa de emociones. Solo tienes que recordar una cosa: como con cualquier otro tipo de entretenimiento, asegúrate de gastar solo el dinero que te puedas permitir perder.
Sin embargo, si estás decidido a obtener ingresos constantes con las apuestas, no vuelvas a apostar sin comprobar si la apuesta es válida para tu propósito de rentabilidad constante calculando su valor esperado, independientemente de que tengas una corazonada acerca de ella o no. Ganar dinero es un juego a largo plazo y, a la larga, las probabilidades no mienten.